Entre la clandestinidad y el manifiesto

Hace poco se suscitó un escándalo por rumores de infidelidad de la esposa de Will Smith; a pesar de que este tipo de noticias son bastante comunes en ese medio, esta en particular se convirtió en todo un suceso, el motivo fue que, según el amante de la esposa, la infidelidad fue consentida por el propio Will. Como en todos los escándalos de este tipo, la pareja lo negó, hasta que no tuvieron otra opción más que aceptarlo y conceder una entrevista; sin embargo, durante la misma, aclararon que no había sido consentida, si no un desliz durante un pequeño rompimiento que tuvieron. 

Y bueno, hasta aquí ustedes estarán pensando —¿Estoy leyendo TVNotas o un blog Swinger? —, permítanme ahora me explico; es que cuando escuchamos la versión de que tenían una relación abierta, nos pareció bastante creíble y coherente con su estilo de vida, por lo que no nos impresionó en lo más mínimo, pero sí me extrañó cuando declararon que en realidad había sido una infidelidad.

 

Una relación abierta, públicamente es una aberración

 

Casualmente surgió el tema durante una junta con mis colegas; una compañera comentó que le parecía imposible que alguien le pusiera el cuerno a Will Smith (soy hetero pero estoy de acuerdo) a lo que agregué — y me parece curioso que prefiriera declarar infiel a su mujer, a simplemente aceptar que tienen una relación abierta, no me parece que en su ambiente sea algo tan raro— entonces una colega Psicóloga (Vainilla hasta donde yo sé) me contestó — la sociedad reprime, pero justifica y hasta perdona una infidelidad, sin embargo, una relación abierta (incluso en Hollywood), públicamente es una aberración— Todos estuvimos de acuerdo con mi colega, guardamos silencio y extrañamente no se volvió a tocar el tema.

 

Lo anterior me hizo considerar —¿A qué se expone una pareja que hace públicas sus prácticas liberales en el mundo vainilla?

 

El linchamiento moral

Cuando pensamos en el supuesto de que nuestras prácticas se volvieran públicas, lo primero que se nos viene a la mente, es el linchamiento moral de nuestro circulo social; nuestra familia, —¿qué dirán de nosotros nuestras devotas madres?—; nuestro trabajo, que aunque instruimos en nivel superior y tratamos con adultos, la vida privada de un profesor suele repercutir en su vida profesional; comúnmente se pueden ver casos de profesores despedidos por conductas “inapropiadas” aún si la “ofensa” ocurrió fuera del ambiente del campus.

En fin, nos imaginamos desheredados, desempleados y sin amigos; cual Cresei Lannister en King’s Landing, condenados a la marcha de la vergüenza con una marca SW en la frente. Viéndolo así, nadie en pleno uso de sus facultades mentales permitiría que se hiciera público su estilo de vida ¿no creen?.

¡Sin embargo, existen!

 

En redes sociales swinger, como SDC, SpicyMatch, etc. se pueden encontrar muchos perfiles con foto de rostro y nombres reales, incluso en redes abiertas como Twitter o Facebook. Personalmente hemos conocido en persona a algunos de ellos y nos han contado que, realmente su vida no cambió mucho, sus padres se asustaron al principio, pero terminaron asimilándolo, en sus trabajos tampoco tuvieron ningún problema (eso sí, mucha curiosidad de parte de sus compañeros), incluso hay quienes se lo han hecho saber a sus hijos, y estos lo entienden y respetan.

 

Entonces, viéndolo así, ¿por qué molestarse en guardar el secreto?; ¿para qué batallar tanto en inventar pretextos a las niñeras (abuelas) cada que queremos salir?; ¿para qué ocultar nuestra falta de líneas de bronceado?; O como decía el Maestro Diego en su publicación, terminar aparentando que somos una pareja de mandilones  aburridos y soportar las burlas de nuestras amistades.

Pero entonces, ¿lo hacemos público?

 

Sinceramente nuestra vida antes de entrar al ambiente liberal era algo monótona; nuestros trabajos, como imaginarán no son los más emocionantes, acostumbrábamos salir con amigos los fines de semana, la típica carne asada, el antro, etc. y no es queja pero, hacía mucho que no teníamos ese sentimiento de emoción que te da lo prohibido.

Y es que, desde nuestro punto de vista, he ahí el gran atractivo de este ambiente, la clandestinidad, esa sensación de que estamos haciendo algo malo, algo prohibido, esa adrenalina que se siente al entrar a un motel con otra pareja y que alguien te pueda descubrir, el miedo de encontrarte a alguien conocido en alguna reunión o club SW, un familiar, vecino,  compañero de trabajo.

 

Y ni que decir de la complicidad que se crea con tu pareja al compartir algo tan prohibido, el placer de encontrar su mirada mientras tiene un orgasmo con otro hombre, y esa sensación de irrealidad al tomar a la mujer de ese hombre y hacerla tuya, esa libertad de hablar de los atributos o habilidades sexuales de otras personas y lo que yo más valoro de esto, la confianza que surge al haber roto todos esos tabúes que te fueron inculcados.

 

Pues No

A pesar de que, ciertamente llega a ser difícil guardar el secreto, también lo convierte en algo aún más divertido. En realidad, me resulta bastante cómico cuando nuestros amigos nos acusan de mandilones, cuando me dan consejos de cómo liberarme del yugo de mi vieja y darme mis "escapadas" — Jaja, si superas güey— cuando me cuentan sus pequeñas aventuras, que comúnmente terminan mal, yo solo puedo pensar — Yo me divierto más en las mías, y siempre con final feliz—.

Así que, en resumen, preferimos permanecer en la clandestinidad, nos encanta sentir que hacemos algo prohibido, algo que nadie sospecharía de los aburridos profesores que aparentamos ser, esa sensación de ser Peter Parker convirtiéndose en Spiderman con super poderes sexuales, y esa recatada maestra que se convierte en la mujer maravilla con su lazo del deseo.

 

Y en conclusión…

 

Preferimos seguir en las sombras —sigue diciéndome mandilón, al fin y al cabo, yo sé que en nuestra relación ambos tenemos toda la confianza y la libertad del mundo; presúmeme tus aventuras, como la de aquella mesera que por poco te causó un divorcio, que liase, nosotros también conocimos a esa mesera, y la disfrutamos los dos, es más, hoy tenemos una segunda cita con ella—.

Como siempre, compartimos estas reflexiones como una forma de expresarnos, ya que no es un tema que se pueda tratar con cualquiera; pero además creemos que, algunos de estos pensamientos pudieran ser de ayuda para otras parejas que, al igual que nosotros hace poco, estén dando sus primeros pasos en este maravilloso mundo liberal.

 

Si llegaste hasta aquí, agradecemos tu atención y esperamos que te haya gustado, y si eres uno de esos que han hecho público su estilo de vida, felicidades por tu valor, pero si como nosotros, también prefieres tener una doble identidad, pues...

¡Bienvenido al mejor club secreto del mundo!.